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Director: Lic. Daniel do Campo Spada (2000-2010)
Por Amy Goodman
Tres días después de la renuncia de Hosni Mubarak a su larga
dictadura en Egipto, el pueblo de Bahrein, pequeño estado del Golfo,
se lanzó masivamente a las calles en Manama, capital del país,
y se congregó en la Plaza de la Perla, su versión de la plaza
egipcia de Tahrir. Bahrein ha sido gobernado por la misma familia, la dinastía
de Khalifa, desde la década de 1780, hace más de doscientos
veinte años. Con las manifestaciones, los bahreiníes no reclamaban
el fin de la monarquía, sino una mayor representación en su
gobierno.
A un mes del levantamiento, Arabia Saudita envió fuerzas militares
y policiales a través del puente de más de 25 km que une el
territorio continental saudí a la isla de Bahrein. Desde ese momento,
se reprime cada vez con más fuerza y violencia a los manifestantes,
la prensa y las organizaciones de derechos humanos.
Una valiente joven activista bahreiní a favor de la democracia, Zainab
al-Khawaja, ha visto la brutalidad de cerca. Para su horror, fue testigo
de cómo su padre, Abdulhadi al-Khawaja, un destacado activista por
los derechos humanos, fue golpeado y arrestado. Desde Manama, así
describió lo sucedido:
"Fuerzas de seguridad atacaron mi casa. Llegaron sin previo aviso.
Derribaron la puerta del edificio, derribaron la puerta de nuestro apartamento
y directamente atacaron a mi padre, sin explicar los motivos de su arresto
ni darle oportunidad de hablar. Arrastraron a mi padre por las escaleras
y lo golpearon frente a mí. Lo golpearon hasta que quedó inconsciente.
Lo último que le oí decir fue que no podía respirar.
Cuando traté de intervenir, cuando intenté decirles 'Por favor,
dejen de pegarle. Irá con ustedes voluntariamente. No necesitan golpearlo
así.' Básicamente me dijeron que cerrara la boca, me tomaron
y me arrastraron escaleras arriba hasta el apartamento. Cuando volví
a salir, el único rastro que había de mi padre era su sangre
en la escalera."
La organización de derechos humanos Human Rights Watch ha reclamado
la inmediata liberación de Al-Khawaja. El esposo y el cuñado
de Zainab también fueron arrestados. Zainab publica en Tweeter como
"angryarabiya" y en protesta por las detenciones, inició
una huelga de hambre a base de líquidos únicamente. También
escribió una carta al Presidente Barack Obama en la que dice: "Si
algo le pasa a mi padre, a mi esposo, a mi tío, a mi cuñado
o a mí, lo declaro a usted tan responsable como al régimen
de Al Khalifa. Su apoyo a esta monarquía hace que su gobierno sea
cómplice de sus crímenes. Todavía albergo la esperanza
de que usted se de cuenta de que la libertad y los derechos humanos significan
lo mismo para una persona bahreiní que para una persona estadounidense."
En el discurso de condena al gobierno de Gadafi, Obama justificó
los recientes ataques militares a Libia con estas palabras: "Asesinaron
a personas inocentes. Atacaron hospitales y ambulancias. Arrestaron, violaron
y asesinaron a periodistas." Ahora sucede lo mismo en Bahrein pero
Obama no tiene nada para decir.
Al igual que en los levantamientos de Egipto y Túnez, el sentir es
nacionalista y no religioso. El país es en un 70% chiíta pero
gobernado por una minoría sunita. Sin embargo, una de las principales
consignas presentes en las protestas ha sido "Ni chiíta, ni
sunita, bahreiní." Esto desacredita el argumento que esgrime
el gobierno bahreiní acerca de que el actual régimen es la
mejor defensa contra la creciente influencia de Irán, un país
chiíta, en el rico en petróleo Golfo Pérsico. Súmese
a esto el papel estratégico de Bahrein: es allí donde se encuentra
la base de la 5ta flota naval estadounidense a cargo de proteger los "intereses
estadounidenses" como el Estrecho de Ormuz y el Canal de Suez, y de
brindar apoyo en la guerra de Irak y Afganistán. ¿No se encuentra
también entre los intereses estadounidenses apoyar la democracia
y no a los déspotas?
Nabeel Rajab es el presidente del Centro por los Derechos Humanos de Bahrein,
organización que fue dirigida por el recientemente secuestrado Abdulhadi
al-Khawaja. Rajab podría enfrentar un juicio militar por publicar
la fotografía de un manifestante que murió mientras permanecía
detenido. Rajab me dijo: "Cientos de personas están presas y
son torturadas por ejercer su libertad de expresión. Y todo por venganza,
porque un día, hace un mes, casi la mitad de la población
de Bahrein se volcó a las calles a exigir democracia y respeto por
los derechos humanos."
Rajab observó que la democracia en Bahrein podría implicar
la lucha por la democracia en las vecinas dictaduras del Golfo Pérsico,
especialmente en Arabia Saudita. Es por eso que la mayoría de los
gobiernos regionales tienen interés en que se ponga fin a las protestas.
Arabia Saudita está bien posicionada para la tarea ya que es reciente
beneficiaria del mayor acuerdo de venta de armas en la historia de Estados
Unidos. A pesar de las amenazas, Rajab fue firme: "Mientras respire,
mientras viva, voy a seguir haciendo. Creo en el cambio. Creo en la democracia.
Creo en los derechos humanos. Estoy dispuesto a dar mi vida. Estoy dispuesto
a dar lo que sea para alcanzar esta meta."
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística
de esta columna.
© 2011 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Fernanda Gerpe y Democracy
Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional
que se emite diariamente en más de 600 emisoras de radio y televisión
en inglés y en más de 300 en español. Es co-autora
del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios
en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde
Diplomatique Cono Sur.