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Director: Lic. Daniel do Campo Spada (2000-2010)
Por Amy Goodman
Probablemente hayan notado que la candidata presidencial por el Partido
Verde, la Dra. Jill Stein, no participó en el debate presidencial
abierto, con participación del público, en la
Universidad de Hofstra, Long Island, el martes por la noche. Stein estaba
encadenada a una silla en una estación de policía cercana,
en Nueva York, junto a su compañera de fórmula, la candidata
a la vicepresidencia Cheri Honkala. Su delito fue haber intentado ingresar
a la Universidad para que Stein pudiera participar en el debate: Nuestra
campaña por el Partido Verde está en las papeletas del 85%
de los votantes. Ochenta y cinco por ciento de los ciudadanos merecen saber
qué opciones tienen en estas elecciones y cuáles son las soluciones
reales que pueden resolver los graves problemas que enfrentamos. La Comisión
de Debates Presidenciales es una burla a la democracia.
Mientras, en el debate, Mitt Romney pronunciaba la frase que se volvió
famosa acerca de las carpetas llenas de mujeres que le acercaron
cuando procuraba contratar personal para su gabinete tras haber sido electo
gobernador de Massachusetts en 2002, estas dos mujeres estaban siendo fichadas
y esposadas. Ambas son madres y activistas de la fórmula presidencial
del Partido Verde para las elecciones de 2012.
Entrevisté a Stein al día siguiente de haber sido arrestada
(casualmente fue liberada poco después de finalizado el debate).
Me dijo: La policía afirmó que simplemente estaban haciendo
su trabajo. Yo les respondí 'Esto se trata del trabajo de todos,
de si podemos pagar el seguro de salud, si los estudiantes podrán
pagar sus préstamos'. Hay asuntos fundamentales que no han sido incluidos
en el debate. Y agregó: Se estima que noventa millones
de ciudadanos no votarán como forma de expresar que no se sienten
representados ni por Barack Obama ni por Mitt Romney. Es el doble de las
personas que se prevé que los votarán.
Aunque Stein y Honkala no hubieran sido arrestadas en plena vía pública
y esposadas a esas sillas durante ocho horas, la exclusión de Stein
del debate iba a suceder de todos modos. Los debates están fuertemente
controlados por la Comisión de Debates Presidenciales (CPD, por sus
siglas en inglés) que, entre otras cosas, excluye a los candidatos
que representan a fuerzas políticas distintas del Partido Demócrata
o el Republicano. George Farah es fundador y director ejecutivo de Open
Debates y autor del libro No hay debate: cómo el partido demócrata
y el republicano controlan en secreto los debates presidenciales (No
Debate: How Republican and Democratic Parties Secretly Control the Presidential
Debates). El día del debate en Hofstra, Farah me contó cómo
la bipartidista CPD obtuvo el control de los debates que antiguamente estaban
a cargo de la Liga de Mujeres Votantes, que no tiene ninguna filiación
partidaria: Los partidos demócrata y republicano crearon una
empresa privada denominada Comisión de Debates Presidenciales, que
asumió el control de los debates presidenciales debido a que la Liga
era independiente y porque esta organización de mujeres tenía
el valor de hacerle frente a los candidatos de los principales partidos.
En 1980, la Liga de Mujeres Votantes permitió al candidato independiente
John B. Anderson participar en un debate presidencial. En la década
siguiente, los dos principales partidos, el republicano y el demócrata,
se enfrentaron a la Liga. En 1988, los partidos intentaron obligar a la
Liga a firmar un contrato que detallaba cómo se organizarían
los debates. Farah explicó: El contrato establecía quiénes
podían formar parte del público y cómo estarían
estructurados los debates, pero la Liga halló que esa falta de transparencia
y ese tipo de control del debate por parte de los candidatos era realmente
escandaloso y contrario a la ética de nuestro proceso democrático.
Entonces hicieron público el contrato, declararon que rechazaban
ser un instrumento del engaño al pueblo estadounidense y se negaron
a aplicarlo.
George Farah sostuvo que ese contrato inicial era bastante inofensivo
si se lo compara con el actual contrato vinculante, que fue filtrado esta
semana por la revista Time y que rigió el supuesto debate abierto
del martes, moderado por la presentadora de CNN Candy Crowley. El memorando
de entendimiento, de 21 páginas, incluye una referencia a los
requisitos que tienen que cumplir los candidatos para participar en el debate.
La Comisión de Debates exige que el candidato tenga el apoyo de al
menos un 15% del electorado nacional, sobre la base de datos proporcionados
por cinco consultoras de opinión pública de alcance nacional,
previamente determinadas. Se trata de un círculo vicioso, ya
que para poder debatir es preciso tener amplio apoyo y para poder ganar
el apoyo público, los candidatos que no tienen grandes fondos para
financiar su campaña necesitan el acceso que brindan los debates
televisivos. De modo que los demócratas y los republicanos controlan
los debates y limitan el acceso de la población a opiniones alternativas.
Si a la candidata del Partido Verde, Jill Stein, se le hubiera permitido
debatir, ¿qué es lo que hubiera dicho? Para averiguarlo, el
informativo Democray Now! invitó a los principales candidatos de
terceros partidos a participar en forma virtual en el debate, a la mañana
siguiente. Además de Stein, participaron del debate Rocky Anderson,
del Partido de la Justicia, y Virigil Goode, candidato a la presidencia
por el Partido de la Constitución (el candidato a la presidencia
por el Partido Libertario, Gary Johnson, rechazó la invitación).
En lugar del debate entre Obama y Romney, donde los candidatos compitieron
por ver cuál de los dos estaba más comprometido con la extracción
de combustibles fósiles, el público hubiera escuchado a Jill
Stein decir en el debate: Proponemos un programa que ya tiene antecedentes
de generar empleo, es decir, un New Deal ecológico para Estados Unidos.
Queremos crear empleos en forma directa, no simplemente darle exoneraciones
impositivas a las empresas para que terminen tercerizando los empleos a
China o a India. El New Deal ecológico creará 25 millones
de empleos. Pondremos fin al desempleo y pondremos en marcha la economía
verde. Y eso significa detener el cambio climático y hacer que las
guerras por el petróleo se vuelvan obsoletas. El cambio climático
es un tema que se está pasando completamente por alto en los debates.
Este es tan solo un ejemplo. Imagínense si tuviéramos un sistema
electoral que funcionara, con debates auténticos, enérgicos
y representativos. Jill Stein y Cheri Honkala están en las papeletas
de votación de 38 estados y en el resto de los estados es posible
añadir su nombre a las papeletas. Rocky Anderson, con su nuevo Partido
de la Justicia, está en las papeletas de votación de 15 estados.
Ahora que las candidatas han sido liberadas, es hora de liberar los debates.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna.
© 2012 Amy Goodman
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.