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PUERTO PRINCIPE.-
El primer país independiente de América Latina se ha convertido
en una concentración de desgracias socioeconómicas y climáticas.
En pleno proceso de estabilización política con intervención
de las Naciones Unidas y los cascos azules, el huracán Jane provocó
cerca de 3.000 muertos. En solo unas horas, todo el país quedó
bajo las aguas y hasta se creyó que la Isla Tortuga había
desaparecido.
Gonaives, la región en la que están destinados los militares
argentinos es la parte mas castigada. No queda parte del suelo que esté
seco y no existe el agua potable. Las personas deambulan sin rumbo con los
pies descalzos y se cortan los pies, dejando sus venas abiertas a las infecciones
que se expanden a través del lodo.
Los militares argentinos han instalado un hospital de campaña en
el que no dan abasto para atender casos graves (y hasta operar) en las peores
condiciones. En el último avión Hércules se han enviado
fundamentalmente víveres, medicinas y pastillas potabilizadoras de
agua, un recurso escaso y fundamental para la supervivencia.
La lucha por la supervivencia se extiende con diferencia de clases a lo
largo y ancho del pequeño país, donde no hay ley y el hambre
se extiende tan rápido como las epidemias. Los ejércitos privados
de hombres armados con lo mas moderno en herramientas bélicas se
mueven con total impunidad a bordo de sus camionetas cuatro por cuatro al
lado de los pobres mas desatendidos del contenido.
El Gobierno argentino prometió redoblar los esfuerzos de ayuda humanitaria
enviando cascos blancos para asistir a una imprescindible reconstrucción
sanitaria y social.
Septiembre 2004-09-27 ©