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Por Raúl Asambloc
Nunca Estados
Unidos y Rusia fueron tan parecidos. Siempre imperialistas, hoy ambos capitalistas,
la visión de intereses económicos por sobre los derechos humanos
más elementales se hace presente con toda su crudeza en la zona de
Osetia del Sur, una región semipobre, con más de la mitad
de sus calles de barro, poblaciones con pocas expectativas y casas humildes
lindando con la subsistencia precaria. Después de siete días
en los que Georgia avanzó sobre territorios que considera propios,
las tropas rusas instaladas en la región separatista para preservar
la paz avanzaron sobre el agresor, nada casualmente un ahijado de
Washington.
Con el derrumbe de la Unión Soviética se formaron de apuro
repúblicas que comenzaban a delinear su historia en función
a los arbitrarios límites que el poder comunista decidió en
sus oficinas de Moscú. Al generarse un nuevo estadío político,
las etnias comenzaron a recuperar sus espacios ancestrales. Georgia, un
pequeño país de apenas 5 millones de habitantes (equivalente
al sudamericano Uruguay) tiene dos pequeños territorios (Abjazia
y Osetia del Sur) que se consideran independientes, con predominancia étnica
rusa.
En 1989, los osetios (66 mil habitantes) dejaron de reconocer a Georgia
como estado y se consideran un territorio independiente de 3.900 km2. A
pedido de su gobierno separatista radicado en la ciudad de Tsjinvali, las
tropas de Rusia se instalaron para garantizarle protección del gobierno
georgiano de la urbe de Tbilisi. En esta última ciudad viven 1,2
millones de personas, muchísimos más que en toda Osetia.
El sector de Abjazia alcanza los 8.600 km2 y una población de casi
250 mil personas. Casi un año después de la caída de
la URSS, más precisamente el 23 de julio de 1992 se declara independiente
y allí comenzó el ataque de las tropas de Georgia. Durante
dos años, en las pequeñas poblaciones caucásicas se
dieron crudos enfrentamientos étnicos en el que por el otro lado
estaban las milicias ruso-abjazianas. Con el patrocinio de Moscú
se firmó una paz endeble pero negociada en 1994. Se detuvo la sangrienta
guerra civil, pero no el temor de un volcán que puede volver a estallar.
Georgia se ha vuelto estratégico para Estados Unidos por varios motivos.
En principio por la inexploradas riquezas petroleras o gasíferas
que aparentemente tiene en su territorio. Por el otro, porque es ideal para
atenazar a su viejo enemigo moscovita y por último es la ubicación
cercana a Irán, país que está en la mira de sus ánimos
expansionistas desde hace años y de Turquía, quien a pesar
de su intento de ingresar a la Comunidad Económica Europea (UE) siempre
despierta resquemores en la Casa Blanca.
El día que comenzaban los Juegos Olímpicos y el mundo se maravillaba
por el despliegue del regreso de la potencia asiática a su lugar
de predominio mundial, Georgia quiso recuperar sus territorios osetios,
generando la respuesta protectora rusa que llegó hasta
las inmediaciones de Tsjinvali, la capital georgiana. En estos momentos
hay una tregua pedida por la UE que envió al Presidente de Francia
Nicolás Sarkozy a reunirse en Moscú con su par Dimitri Medvedev.
Agosto 2008-08-17
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