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BOGOTA.-
Si algo se puede decir de Colombia es que le pasan todas. Tiene los carteles
mas importantes de la droga continental, está ocupado por tropas
norteamericanas con dieciseis bases extranjeras en su territorio, conserva
la guerrilla más vieja de las actuales, y tiene el gobierno más
corrupto de Sudamérica. Alvaro Uribe ha presionado tanto a la propia
Corte Suprema para que no investiguen sus lazos con los paramilitares que
ello ha originado una intervención de observación del Tribunal
Penal Internacional (TPI).
Mario Uribe, Senador y primo del propio primer mandatario es sospechado
de tratos ilícitos con las bandas de mafiosos denominados Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC). En todo momento se pretende entorpecer las investigaciones
y cuando se está cerca de obtener algún dato comprometedor
se lo extradita a Estados Unidos. Cerca de 720 paramilitares y narcotraficantes
se encuentran en el país del norte, por lo que las responsabilidades
en el territorio colombiano quedan diluidas. Cuando un implicado se encuentra
cerca de alguien del oficialismo, termina en Washington y se interrumpe
la causa colombiana.
Alvaro Uribe dió a conocer a la opinión pública una
presunta carta en la que un paramilitar confesaba haber sido
presionado por la Corte Suprema para implicar al Presidente, pero luego
se supo que la identidad del arrepentido era fraguada. No debería
sorprender en un mandatario que no dudó en utilizar a falsos periodistas
y hasta simular un helicóptero como si fuera de la Cruz Roja para
el sospechoso rescate de Ingrid Betancourt.
SEPTIEMBRE
2008-09-07
Libre reproducción con mención de la fuente y el autor.
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