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Solicitada de los hijos de Ernestina
Herrera,
la dueña del oligopolio Clarín.
BUENOS
AIRES.- Para aventar la desesperación y frenar el avance de la investigación
por presunta apropiación ilegal de dos criaturas durante la dictadura
militar por parte de la dueña del multimedio Ernestina Herrera de
Noble los abogados de la poderosa empresaria forzaron una solicitada firmada
por quienes desconocen su identidad. Marcela y Felipe salieron en cámara,
leyendo el mismo escrito que le preparó un publicitario ligado al
oligopolio.
A continuación la solicitada destinada a confundir algo emocional
con la comisión de un legito gravísimo por parte de quien
dice ser su madre adoptiva:
Somos Marcela y Felipe Noble Herrera, hijos de Ernestina Herrera de Noble.
Últimamente escuchamos, vemos y leemos cosas que no son ciertas.
Hablan de nosotros sin conocernos, sin saber cómo somos, qué
pensamos o qué sentimos.
Nunca quisimos hacer de nuestra intimidad algo público. Pero nos
sentimos maltratados y no queremos que nos lastimen más. Por eso,
ante tantas falsedades, decidimos escribir esta carta y contarles la verdad.
Nuestra madre es directora de Clarín, diario que hoy soporta una
campaña muy fuerte de ataques oficiales. Y nosotros tenemos miedo
de habernos convertido en una pieza más de esa embestida.
Pero más allá de todo eso, para nosotros nuestra madre es
simplemente nuestra madre.
La persona que hace 34 años, en uno de los mayores actos de amor
que existen, nos eligió como hijos. La que siempre nos habló
con la verdad. La que desde que tenemos uso de razón, nos dijo que
somos adoptados.
Con ella construimos lo más importante que tenemos: una familia.
Gracias a ella aprendimos desde chicos a valorar las oportunidades y s conocer
las responsabilidades. Nos inculcó los valores y nos dio las herramientas
para desarrollarnos como personas. Nos educó en la libertad para
elegir nuestro propio camino en la vida.
Desde hace años vivimos algunos episodios que no buscamos pero que
tratamos de afrontar con serenidad. Nuestra identidad viene siendo manoseada
por intereses políticos, ajenos a nosotros.
Todo eso nos marcó y nos hace sufrir. Pero también sirvió
para reafirmar lo que sentimos y lo que pensamos. El vínculo con
nuestra madre es para nosotros lo más importante. Como tantos hijos
adoptados, no conocemos nuestro origen biológico, pero como cualquier
persona hemos forjado nuestra identidad a lo largo de nuestras vidas.
Nunca tuvimos ningún indicio concreto de que podamos ser hijos de
desaparecidos.
Hace años, dos familias que buscan a sus nietos se presentaron ante
la Justicia y alegaron que podríamos ser nosotros. Aunque nada indica
que podamos serlo, en 2003 aceptamos voluntariamente hacer las pruebas genéticas,
porque entendemos su incertidumbre y el dolor de quienes buscan a sus familiares.
Aún hoy no comprendemos por qué, a lo largo de casi siete
años, estas familias nunca aceptaron la realización del análisis.
Nos preguntamos una y mil veces por qué siguen con una duda que arrastran
hace tantos años. Por qué los tironeos y las demoras pueden
ser más importantes que la respuesta que buscan.
El uso político de nuestra historia es algo que nos parece injusto.
Tratamos de estar serenos pero la presión a veces es muy fuerte.
Hace poco, por cadena nacional, la Presidenta de la Nación se refirió
a nosotros sin nombrarnos. Su mensaje, lejos de tranquilizarnos, nos inquietó.
Sus palabras fueron perturbadoras.
Como en 2002, cuando llegaron a detener ilegalmente a nuestra madre, nuevamente
las presiones políticas y mediáticas han vuelto a adueñarse
de nuestra causa. Y no queremos que algo tan íntimo como nuestra
identidad continúe bastardeada por acusaciones lanzadas sin sustento,
ni por ataques que tienen otros objetivos y nos hacen daño.
No somos chicos, somos dos personas adultas, responsables, que sólo
pretendemos ejercer nuestros derechos y tomar nuestras propias decisiones,
sin presiones y en libertad.
Pero sentimos que no podemos hacerlo frente a un Gobierno que nos persigue.
¿Por qué exponen públicamente sólo nuestro caso?
¿Por qué no se preocuparon por las demoras en los exámenes
que ofrecimos y traerían paz a las familias? ¿Se interesan
por nosotros o tienen la necesidad política de que seamos hijos de
desaparecidos y de inventar acusaciones contra nuestra madre?
No nos atrevemos a responder a estas preguntas. Pero vivimos en un estado
de angustia permanente.
Nuestros temores crecieron los últimos días, cuando un tribunal
desoyó nuestros pedidos por una cuestión meramente formal,
aunque siempre habíamos actuado de la misma manera y dicha actuación
había sido aceptada por la Justicia en todas las instancias. Nos
preocupó también observar cómo se intenta presionar
a los jueces mediante denuncias penales y amenazas de juicios políticos.
Siempre creímos en la Justicia y por eso nos mantuvimos en ese ámbito.
Nunca hasta ahora hicimos declaraciones sobre una causa que entendemos personal.
Pero cada vez hubo más distorsiones: hasta se llegó a decir
que nos manejan, que nuestros abogados no respetan nuestra voluntad.
Nuestros miedos son muchos. No somos un botín. No queremos terminar
como rehenes de un ataque político. No queremos que nos usen para
atacar a nuestra madre. Tampoco queremos ser víctimas de una manipulación
en los análisis genéticos.
Hoy, las muestras de nuestra sangre que dimos en forma voluntaria para un
análisis genético, pretenden usarse en otro tipo de examen,
con modalidades y condiciones que no nos ofrecen garantías de seguridad
e imparcialidad.
No queremos que nos lastimen, ni vivir amenazados, ni que se pretenda ensuciar
a nuestra familia o dañar lo que logramos construir.
Sólo pedimos que nos respeten. No queremos exponer nuestra intimidad
indefinidamente, sin garantías legales ni científicas, y por
una persecución política.
Seguiremos defendiendo nuestros derechos pese a todas las presiones.
Hace 34 años nuestra madre nos eligió como hijos. Y nosotros,
todos los días, la elegimos como mamá.
Nada ni nadie podrá destruir ese vínculo.
Felipe Noble Herrera - Marcela Noble Herrera
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ABRIL
2010-04-25
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