BUENOS
AIRES.- (Por Daniel do Campo Spada).- Con la muerte de Nicolino Locche,
se va el último de los boxeadores de una generación que puso
a la Argentina en un lugar destacado de este deporte. Ya no están
tampoco Carlos Monzón ni Víctor Galíndez, ni el mítico
manager Tito Lecture.
Con sus 66 años a cuesta, como consecuencia de un paro cardíaco,
Locche se despidió de esta vida en su provincia de Mendoza, con una
salud afectada que desde hacía tiempo no le permitía esquivar
el golpe del destino. Campeón mundial de los Welter Junior entre
1968 y 1972, pasó a la historia grande por tener una capacidad innata
de esquivar los golpes de los rivales. Los comentaristas de la época
decían que su cerebro era una milésima de segundos mas rápido
que el de sus rivales, por lo que sus reflejos le permitían usar
su cintura como si estuviera ensayado.
Locche era un símbolo de boxeo y del mítico estadio Luna Park,
formando parte incluso de mas de una canción referida a Buenos Aires,
su segundo hogar.
Sin duda alguna que Dios tenía ganas de tenerlos juntos. Flor de
peleas se deben estar disfrutando en el cielo.
Septiembre 2005-09-10 ©