MundusNET
Nº 12:
-La pelea entre
Google y Yahoo!
-El movido mundo
de los celulares.
-Adicción a las NT
BUENOS AIRES.- Aunque es la segunda mujer en ocupar ese espacio, a diferencia
de Isabel Martínez que llegó a la primera magistratura por
el fallecimiento de su esposo, el General Perón, Cristina Fernández
es la primera que llega encabezando la fórmula votada por la ciudadanía.
Sí es la segunda vez que una esposa sucede a su esposo.
Vestida elegantemente, como ha sido una constante en su carrera política,
y acompañada del Presidente saliente Néstor Kirchner (que
fue largamente ovacionado) y sus hijos, enfrentó al Congreso de la
Nación en pleno y a los mandatarios extranjeros presentes en la sala.
Ante el Vice-Presidente saliente Daniel Scioli, prestó juramento
al borde la turbación emocional. Sus ojos se llenaron de lágrimas.
En el mismo acto, juró el nuevo Vicepresidente, el radical Julio
César Cobos. Muy lejos estuvo Cristina Fernández de los gestos
de simpatía de Néstor Kirchner cuatro años atrás.
En su discurso, dicho en forma tensa y con el rostro trabado en lenguaje
jurídico, invocando artículos legales que poco importaban
en esas circunstancias. Agradeció la gestión de su esposo
porque cambió el escenario del 2003, cuando la crisis institucional
parecía tocar fondo. Dijo que el 22 % de diferencia con la fórmula
seguidora es igual a la totalidad de la votación que Kirchner obtuvo
en aquella oportunidad.
Tenemos en claro que la tarea no es definitiva mientras haya un pobre
en la patria, para lo cual afirmó que se deben fortalecer las
instituciones. Como es legisladora denunció la presión permanente
que los organismos internacionales le hacían al país obligándolo
a sacar leyes aciagas. Invitó a debatir sin agravios, con propuestas.
Hoy tenemos una Corte Suprema que no nos averguenza, agregó.
No he sido electa para convertirme en gendarme de la rentabilidad
de los empresarios ni para intervenir en la interna de ningún sindicato,
avisó cuando hizo referencia hacia un anunciado pacto social.
Tanto el Presidente saliente como yo, somos hijos de la educación
pública, aunque aquella educación nos llevaba a estudiar todo
el día, los maestros sabían mejor que los alumnos. Si no hay
capacitación docente, los alumnos no estudian y las familias no ayudan,
no tendremos una sociedad mejor, enunció en su párrafo
dedicado a la educación.
Nuestro espacio es el Mercosur, al que esperamos que definitivamente
se incorpore Venezuela. América Latina es nuestra casa, manifestó
segundos antes de agradecer la presencia del Presidente de la República
Oriental del Uruguay, Tabaré Vázquez. De esta Presidenta
no va a tener ni un solo gesto que profundice las diferencias, pero al mismo
tiempo le digo que la presente situación no nos es imputable, porque
se ha violado el Tratado del Río Uruguay. Ese es el único
conflicto. Saber cuál es la diferencia nos permitirá saber
cómo no ahondar las diferencias. Sepan los compatriotas del Uruguay
que los sentimos nuestros hermanos. Que de esto no haya dudas, puntualizó.
En referencia a Ingrid Betancourt, en poder de las FARC, de quien se hallaba
presente la madre dijo que la diplomacia argentina hará todo lo necesario,
al tiempo que le pidió a Dios que alumbre al Presidente de Colombia,
Alvaro Uribe que permita un acuerdo humanitario con los insurgentes, sin
que por ello se interprete como una ingerencia en asuntos internos de otro
Estado.
Un mundo unilateral es un mundo inseguro. En 1992 y en 1994 los argentinos
hemos recibido ataques terroristas, aunque por ello toleremos la violación
internacional a los derechos humanos, dijo en referencia a la comunidad
judeo norteamericana.
No omitió hacer referencia a la soberanía irrenunciable sobre
las Islas Malvinas. Llamó al país ocupante que ante todo el
mundo aparece como respetuoso a que reflexione sobre su constante violación
a las resoluciones de la Naciones Unidas.
Sé que faltan muchas cosas y que tendremos que corregir otras,
aunque también sabemos que me costará más porque soy
mujer. Siempre nos cuesta más. Pero tengo el ejemplo no solo de Eva,
que no pudo, aunque lo merecía más que yo, sino de las Madres
y de las Abuelas de Plaza de Mayo, dijo, al punto que todos se pusieron
de pie aplaudiendo al palco en el que estaban alojadas las artífices
de la organización de Derechos Humanos más importante del
continente.
Recién al finalizar el discurso, con su bastón de mando y
la banda presidencial se permitió la primer sonrisa desestructurada
del evento.