BUENOS AIRES.-
El sacerdote católico José María Di Paola, quien junto
a otros curas dio a conocer un documento crítico en cuanto a la propagación
incontrolable de la droga en los barrios pobres, recibió la amenaza
de un sicario que le advertía que se fuera porque sería asesinado.
El término utilizado, según la víctima fue sos
boleta. Pablo Osow, otro religioso, de la localidad de Gerli, también
recibió amenazas. La denuncia indica que la droga y el narcotráfico
gozan de una total despenalización en las áreas marginales,
permitiendo que los jóvenes arruinen sus vidas insertos en el perverso
mercado de los estupefacientes.
Di Paola comentó en una conferencia de prensa que no conocía
al individuo, por lo que probablemente no sea de la Villa 21, en la cual
vive y desarrolla su actividad pastoral. No pienso irme porque vivo
aquí y los villeros son mi familia expresó el sacerdote
ante la requisitoria periodística.
En una misa de desagravio en la parroquia Virgen de Caacupé, se reunieron
cerca de 2 mil vecinos que se acercaron a manifestarle su solidaridad, al
tiempo que apelaron a las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires y de
la Nación a que tomen cartas en el asunto para garantizar la integridad
de Di Paola.
En la localidad bonaerense de Gerli, en el Partido de Avellaneda, los integrantes
de la parroquia San Pedro Armengol salen a buscar chicos que se estén
drogando para ofrecerles un servicio de recuperación ambulatorio.
El Padre Osow recibió amenazas muy parecidas a las de Di Paola, ya
que esos jóvenes condenados a la adicción terminan cumpliendo
roles de revendedores, distribuidores o de fuerza de choque usados por los
narcotraficantes.
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ABRIL 2009-04-28
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