Documento
del Equipo de Sacerdotes
para las villas de emergencia
La droga en las villas:
despenalizada de hecho.
El
lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada desde hace años,
quizás con más fuerza desde el 2001. Entre nosotros la droga
está despenalizada de hecho. Se la puede tener, llevar, consumir
sin ser prácticamente molestado. Habitualmente ni la fuerza pública,
ni ningún organismo que represente al Estado se mete en la vida de
estos chicos que tienen veneno en sus manos.
Miles de mujeres y de hombres hacen filas para viajar y trabajar honradamente,
para llevar el pan de cada día a la mesa, para ahorrar e ir de a
poco comprando ladrillos y así mejorar la casa. Se va dando así
esa dinámica linda que va transformando las Villas en barrios obreros.
Miles y miles de niños con sus guardapolvos desfilan por pasillos
y calles en ida y vuelta de casa a la escuela, y de esta a casa. Mientras
tanto los abuelos, quienes atesoran la sabiduría popular, se reúnen
a la sombra de un árbol o de un techo de chapa a compartir un mate
o un tereré y a contar anécdotas. Y al caer la tarde muchos
de todas las edades se reúnen a rezar las novenas y preparar las
fiestas en torno a las ermitas levantadas por la fe de los vecinos.
La contracara, el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada
desde hace años, quizás con más fuerza desde el 2001.
Entre nosotros la droga está despenalizada de hecho. Se la puede
tener, llevar, consumir sin ser prácticamente molestado. Habitualmente
ni la fuerza pública, ni ningún organismo que represente al
Estado se mete en la vida de estos chicos que tienen veneno en sus manos.
Ante la confusión que se genera en la opinión pública
con la prensa amarilla que responsabiliza a la Villa del problema de la
droga y la delincuencia, decimos claramente: el problema no es la Villa
sino el narcotráfico. La mayoría de los que se enriquecen
con el narcotráfico no viven en las Villas, en estos barrios donde
se corta la luz, donde una ambulancia tarda en entrar, donde es común
ver cloacas rebalsadas. Otra cosa distinta es que el espacio de la Villa
-como zona liberada- resulte funcional a esta situación.
La vida para los jóvenes de nuestros barrios se fue tornando cada
vez más difícil hasta convertirse en las primeras víctimas
de esta despenalización de hecho. Miles arruinados en su mente y
en su espíritu se convencieron que no hay posibilidades para ellos
en la sociedad.
Por otra parte profundamente ligado al tema de la droga se da el fenómeno
de la delincuencia, de las peleas, y los hechos de muerte violenta ("estaba
dado vuelta"). Esto nos hace tomar conciencia de otro gran tráfico
que hay en nuestra sociedad que es el tráfico de armas, y que visualizamos
como fuera de control. Cuando vemos muertes causadas por menores adictos,
también nos preguntamos ¿quién es el que pone el arma
en manos de los menores? De este espiral de locura y violencia las primeras
víctimas son los mismos vecinos de la Villa.
La destrucción pasó como un ciclón por las familias,
donde la mamá perdió hasta la plancha porque su hijo la vendió
para comprar droga. Estas familias deambularon por distintas oficinas del
Estado sin encontrar demasiadas soluciones año a año. Toda
la familia queda golpeada porque su hijo está todo el día
en la calle consumiendo. Asombra ver como ese niño que fue al catecismo,
que jugaba muy bien en el fútbol dominguero, hoy "está
perdido". Causa un profundo dolor ver que esa niña que iba a
la escuela hoy se prostituye para fumar "paco".
La despenalización de hecho generó inseguridad social. La
raíz de la inseguridad social hay que buscarla en la insolidaridad
social.[1] A poco que nos pongamos a la luz de Palabra de Dios, descubrimos
que como sociedad no nos hemos movilizado suficientemente ante el hecho
dramático del hambre de los niños, que da lugar a adolescentes
débiles física y mentalmente. Con madres y padres angustiados
sin trabajo o changas mal remuneradas. A los que les resulta más
difícil entusiasmar a sus hijos con actividades en clubes y cursos
o cualquier otra forma positiva de ocupar el tiempo, ya que no cuentan con
el apoyo y el dinero necesario. Se generan así situaciones infrahumanas
aprovechadas a su vez, por los gananciosos distribuidores de droga.
Como sacerdotes y vecinos de estas barriadas humildes, sentimos la llamada
evangélica de acompañar a aquellos niños, adolescentes
y jóvenes que en gran cantidad se encuentran en este infierno de
la droga y a la vez de exhortar a la conversión a los que pisotean
la dignidad de los mismos de esta inescrupulosa manera, avisándoles
que Dios y la Virgen les van a pedir cuentas.
Ahora escuchamos hablar de despenalizar en el derecho el consumo de sustancias.
Nos preguntamos: ¿ministros y jueces conocen la situación
en nuestros barrios? ¿Han dialogado con el hombre común de
la Villa ? ¿Se han sentado a elaborar con ellos proyectos liberadores
-la droga esclaviza- o simplemente se piensa en implementar recetas de otras
latitudes?[2]
¿Cómo decodifican nuestros adolescentes y jóvenes el
mensaje: se puede consumir libremente, por ejemplo cocaína?
Algunas propuestas
Cuando un cura se acerca y saluda a los chicos y chicas que están
en los pasillos de consumo, en esos lugares de tristeza y desesperación,
recibe generalmente preguntas y pedidos de este tipo: "¿Dios
a mí me ama?" "¿Me voy para arriba o para abajo?"
"Padre me da la bendición de Dios". "¿No me
ayuda a salir de este lugar?, no aguanto más esta vida"...
Apoyándonos en el Evangelio de Jesús nosotros creemos que
cada persona es sagrada, cada una tiene una dignidad infinita, ninguna vida
está de sobra.
Por eso nos resistimos a mirar esta realidad social desde los papeles de
las estadísticas, desde los fríos números. Desde esta
perspectiva un adolescente que comienza hoy a consumir paco, es sólo
uno más. ¿Qué importancia tiene esto si no afecta a
los números y estadísticas que aletargan nuestra conciencia
y nuestro compromiso? Tal vez esta mirada se inquieta si los números
crecen demasiado, nada más.
Nosotros queremos intentar mirar la realidad desde el corazón de
Dios. Es que Dios no quiere que ninguno de sus hijitos se pierda, para todos
quiere una vida plena.
Por eso sin ser expertos en la materia, aunque con cercanía diaria
con esta realidad, acercamos algunas propuestas-intuiciones en base a las
cuales estamos trabajando. De hecho en varias Villas venimos transitando
distintos caminos de prevención, recuperación y reinserción;
de acuerdo con cada realidad y con las posibilidades que contamos.
Prevención
No hay que ser ingenuos, la tríada hambre-criminalidad-droga es demasiado
fuerte. Frente a esta dramática situación tenemos que tomar
conciencia de que hay que realizar un trabajo de prevención sistemático
y a largo plazo.
Nos parece que se trata principalmente de crear ámbitos de contención
y escucha de nuestros niños, adolescentes y jóvenes -en este
sentido no es menor todo lo que se haga para fortalecer a sus familias-.
Ámbitos de recreación y de construcción de un proyecto
real para su vida. La verdad es que se logra poco con el no a la droga sin
un fuerte sí a la vida.
Muy unido al tema del consumo de droga, tal vez como una de sus grandes
causales esta la falta de sentido, de un horizonte hacia el cual caminar.
El aburrimiento, el tedio, el no tener que hacer, van minando la pasión
por la vida y donde no hay pasión por ella, aparece la adicción.
El gran trabajo de prevención nos parece que tiene que tener como
eje el mostrar que la vida tiene sentido. Por eso nos parece que las adicciones
son principalmente enfermedades espirituales, sin negar obviamente su dimensión
biológica y psicológica.[3] Una persona espiritualmente saludable
está convencida de que la vida merece vivirse, le encuentra sentido
a lo que hace, tiene la "alegría de vivir".
Nuestro país tiene una enorme deuda social. "La deuda social
es también una deuda existencial de crisis de sentido de la vida:
se puede pensar legítimamente que la suerte de la humanidad está
en manos de quienes sepan dar razones para vivir"[4].
El sentido de la vida se adquiere por "contagio", los valores
se descubren encarnados en personas concretas, por eso, la importancia fundamental
de generar en nuestros barrios líderes positivos que puedan trasmitir
valores vividos por la fuerza de su testimonio.
Tenemos por otro lado que aprovechar los ámbitos que existen y que
son naturalmente lugares de prevención, como por ejemplo la escuela.
"La escuela es el principal mecanismo de inclusión. Quienes
se van de la escuela pierden toda esperanza ya que la escuela es el lugar
donde los chicos pueden elaborar un proyecto de vida y empezar a formar
su identidad. En la actualidad, la deserción escolar no suele dar
lugar al ingreso a un trabajo sino que lleva al joven al terreno de la exclusión
social: la deserción escolar parece significar el reclutamiento,
especialmente de los adolescentes, a un mundo en el que aumenta su vulnerabilidad
en relación a la violencia urbana, al abuso y a la adicción
a las drogas o al alcohol. Si bien la escuela puede no lograr evitar estos
problemas, la misma parece constituir la última frontera en que el
Estado, las familias y los adultos se hacen cargo de los jóvenes,
en el que funcionan, a veces a duras penas, valores y normas vinculados
a la humanidad y la ciudadanía y en el que el futuro todavía
no ha muerto." [5]
Por eso no hay que quedarse en el mero demandar cosas a la escuela en general
y a los docentes en particular, sino que hay que apoyar decididamente su
fundamental labor. La educación es un camino real de promoción
por eso son necesarias más escuelas y mayor presupuesto para educación
en los barrios más pobres de la ciudad.
Nos parece conveniente proponer la posibilidad de que se dicte una materia
específica de prevención de adicciones ya desde la primaria,
tal vez desde el preescolar. No nos referimos a esa prevención que
explica el tipo de drogas, o como se consumen etc. Nos parece más
conveniente un tipo de prevención que transmita a los chicos que
tenemos vida y esta vida es sagrada y por eso tenemos que aprender a cuidarla.
Hay material elaborado a partir de experiencias en zonas de alta vulnerabilidad
social que se puede utilizar.[6] Si fuera necesario, la delicadeza del tema
amerita un proyecto de ley en la legislatura que al aprobarse posibilite
el dictado de la misma.
El abordar la tarea de la prevención de las adicciones requiere un
trabajo hecho con esperanza, con la confianza audaz de que es posible crear
ámbitos sanos y dichosos que ayuden a curar las heridas. "A
quienes dicen trastornos precoces efectos durables' se les puede responder
que los trastornos precoces provocan efectos precoces que pueden durar si
el entorno social y familiar los convierte en relatos permanentes."
[7]
Mirar con esperanza esta difícil situación que vivimos en
nuestros barrios nos aleja de una mirada fatalista. Por otro lado nuestra
fe católica nunca dijo que algunos están predestinados a vivir
bien y otros a la miseria. Nuestra fe lee esta situación como una
situación de pecado que clama al cielo y que llamamos pecado social.
Esta situación de injusticia se contrapone al proyecto de amor del
Buen Dios. Con humildad pidamos perdón al Señor por nuestra
complicidad manifestada de tantas maneras y pidámosle la gracia de
poner todo lo que esté de nuestra parte para transformar esta dolorosa
realidad.
Recuperación
Cuando las estadísticas nos dicen que son demasiados niños,
jóvenes y adultos que fuman pasta base, tengamos por seguro que llegamos
tarde. La pregunta es: ¿queremos seguir llegando tarde? Son personas,
seres humanos que mueren o quedan con una vida hipotecada. Por ellos hay
que hacer algo ya. Aunque sólo salvemos a uno.
Pedagogía de la presencia[8]
El primer paso es acercarse a los chicos, no esperar a que estos golpeen
las puertas de nuestras instituciones. Este primer paso es a la vez una
afirmación de la dignidad de estas chicas, de estos chicos, del valor
sagrado de sus personas; no son vidas que estan de sobra', que molestan,
o que afean nuestros barrios. Este primer paso es acercar el corazón.
Corazón que se acerca es corazón que ve y se deja tocar por
este doloroso grito y por eso se pone a su escucha. El hábito de
la escucha no es algo común en nuestros días y es esencial
para un verdadero encuentro. Si escucháramos más, seguramente
el nivel de violencia que vivimos bajaría notablemente
Ponerse a la escucha no es buscar que rápidamente acaten las pautas
sociales. A veces queremos que rápidamente cumplan normas, que respeten
derechos para entrar en sociedad, cuando como sociedad no les hemos respetado
sus derechos más elementales.
Acercarse, caminar los barrios, escuchar, encontrarse es el primer paso
imprescindible.
Adaptar nuestros programas e instituciones a la realidad y no la realidad
a ellos.
La burocracia expulsa, pone trabas (excesivas entrevistas y requisitos),
en definitiva pone en riesgo la vida de muchas personas. Además muchas
veces la realidad de los procesos de recuperación está marcada
por los números-dinero (becas por un año, ese sería
el tiempo de recuperación), dejando a un segundo plano los procesos
personales.
Por consiguiente teniendo en cuenta el proceso de cada persona hay que discernir
que camino de recuperación proponerle: atención ambulatoria
en un centro de día; internación en una comunidad terapéutica,
etc.
Por otro lado es necesario adaptarse a la realidad de los más pobres.
Por ejemplo se da el caso de mamás que consumen y no tiene con quién
dejar a sus hijos; hay que plantearse entonces la posibilidad de que ingresen
juntos en un mismo lugar.
Hay que poner el centro de nuestro esfuerzo en adaptar nuestros programas
e instituciones a la realidad y no la realidad a ellos; creando ámbitos
que rompan las cadenas invisibles que esclavizan a nuestros adolescentes
y jóvenes.
Hoy vivimos la cultura de la imagen. De muchas maneras se busca tener cautiva
nuestra mirada. Si esto se logra en gran parte se adueñan de nuestra
vida.
A veces se busca transmitir la idea de que: estamos trabajando fuertemente
en la lucha contra la droga'. Es así que por ejemplo se abre un solo
centro de recuperación para toda una ciudad y se empapela la misma
para dar una buena imagen. Si se da imagen de algo que no es, que en realidad
se está haciendo insuficientemente, no solo se corre el riesgo del
autoengaño, sino que quedan vidas en el camino.
En relación a esto último hay una responsabilidad grande de
los publicistas y de los medios de comunicación en general, valga
como ejemplo este verano: Por un lado la propaganda de una bebida alcohólica
en la playa que al parecer era sinónimo de plenitud y alegría,
por otro lado la realidad de la violencia como consecuencia del exceso de
alcohol en muchos jóvenes en la costa.
Tal vez esto sea una llamada de atención para que veamos que como
sociedad estamos dejando muy solos a nuestros adolescentes y jóvenes.
No les enseñamos que hacer frente al aburrimiento, la tristeza, la
bronca o la soledad, etc. No les mostramos que no hay que encontrar "algo"
para combatirlas sino encontrar a "alguien" con quien compartir
y hablar de lo que les pasa. Hablar y compartir con "alguien"
que los puede ayudar es lo contrario a la adicción.
El mundo adulto no puede ausentarse, no puede desproteger a los niños/as
y adolescentes. La justicia debe proteger a esos chicos que tienen su libertad
muy condicionada; prueba de ello es que dinero que consiguen va a parar
a aquellos que no les importa nada de sus vidas y les ponen veneno en sus
manos. La justicia tiene que tenderle la mano a esas mamás que desesperadas
no saben como ayudar a sus hijos.
Pensar en el después del camino de recuperación.
No alcanza con el pago de una beca de tratamiento. Hay jóvenes que
no pueden volver a sus barrios -cerca de su casa se compra y se consume
libremente droga- se da una suerte de factor cuasi-biológico que
favorece la recaída en el consumo. La no conveniencia de la vuelta
al barrio es señalada reiteradamente por muchas familias que los
aman y acompañan. Tenemos que ir tejiendo con ellos una propuesta
de real reinserción social. Desde el elemental derecho a la identidad
o sea que accedan a sacar su documento hasta una salida laboral y un lugar
para vivir con dignidad.
Sabemos también que muchos jóvenes que hoy están privados
de su libertad han cometido delitos a causa del consumo de droga. En ese
caso hay que replicar las experiencias que tratan su adicción; utilizándose
así positivamente el tiempo en prisión para que al salir puedan
reinsertarse en la sociedad. De alguna manera este también es un
trabajo de prevención.
Por último ponemos bajo la protección y el cuidado de la Virgen
de Luján, Madre de nuestro Pueblo, a las familias que en nuestros
barrios sufren el flagelo de la droga.
- José María Di Paola, Carlos Olivero, Facundo Berretta y
Juan Isasmendi de la Villa 21-24 y N.H.T. Zabaleta.
- Guillermo Torre y Martín Carrozza de la Villa 31.
- Gustavo Carrara, Adolfo Benassi y Joaquín Giangreco de la Villa
1-11-14.
- Jorge Tome y Franco Punturo de la Villa 20.
- Sebastián Sury y José Nicolás Zámolo de la
Villa 15.
- Pedro Baya Casal y Martín De Chiara de la Villa 3 y del Barrio
Ramón Carrillo.
- Nibaldo Valentín Leal de la Villa 6.
- Sergio Serrese de la Villa 19.
- Enrique Evangelista de la Villa 26.
- Jorge Torres Carbonell de la Villa Rodrigo Bueno.
Equipo
de Sacerdotes para las villas de emergencia
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 25 de Marzo de 2009.
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[1] Cf. Mons. Miguel Esteban Hesayne. Jesús, el Reino y la inseguridad.
Homilía del 32º domingo durante el año (9/11/ 2008)
[2] Mons. Jorge Lozano: "Hemos escuchado con preocupación a
algunos funcionarios manifestándose abiertamente por la despenalización
del consumo de drogas. Se argumenta que no se quiere criminalizar al adicto,
ponerlo en el mismo nivel de delito que al narcotraficante. Excelente intención.
Pero ¿se logra el propósito andando ese camino? ¿La
legislación actual penaliza al consumidor? No. La ley 23.737 establece
que cuando la tenencia es para uso personal y hay una "dependencia
física o psíquica" de la sustancia, el juez puede imponer
una "medida de seguridad curativa, consistente en un tratamiento de
desintoxicación y rehabilitación por el tiempo necesario",
por lo que deja en suspenso la pena que le pudiera corresponder.
Considera al consumidor como una persona enferma (no un delincuente) y manda
a proveerlo de un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación.
La despenalización del adicto ya está en vigencia." Artículo
periodístico publicado en el Diario La Nación sobre la posible
despenalización del consumo de drogas para consumo personal. (29/12/
2008)
[3] Nos parece muy iluminador el trabajo de López Rosende Juan Manuel. Huérfanos de amor. Trastornos psicológicos y espirituales. Editorial Dunken. Buenos Aires, 2008.
[4] CEA. Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad. (2010-2016) Nº 25
[5] Card. Jorge Mario Bergoglio S. J. Carta pastoral sobre la niñez y adolescencia en riesgo. (1/10/05 )
[6] Por ejemplo: Aldo Tamai- Claudia Betancour. Promoción de la Salud
para niños en edad escolar. Estrategias para la prevención
de adicciones y otras situaciones de riesgo en edad escolar. Editorial Guadalupe.
Buenos Aires, 2007.
[7] Cyrulnik Boris. La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia. Granica. Buenos Aires, 2001. Pag. 92. Del mismo autor se puede leer obras como: "El amor que nos cura."; "Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida."
[8] Gomes Da Costa Antonio Carlos. Pedagogía de la presencia. Losada
- UNICEF Argentina. Buenos Aires, 1995.