Reportaje a Constante Aguer:
"Algo más que Kilómetro 11"
En su casa de Mataderos se respira tranquilidad. Un amplio jardín al frente y un importante fondo lleno de cuidadas plantas nos aisla de la ciudad que ruge apenas a metros, en la vereda. Si algo se parece al litoral eso es la casa de Constante Aguer, uno de los principales artífices del chamamé contemporáneo. En los últimos años llegó a lo que pocos arriban, como es el reconocimiento y cariño unánime de varias generaciones. Hombre de fé, deja traslucir en su rostro un presente que desmiente su edad. La lucidez, la rapidez en el chiste a tiempo y la sana picardía guaraní brotan en cada gesto de una persona que ha recorrido mucho para llegar, y que no se mareó cuando llegó el reconocimiento, porque desde cada recital, cada uno de sus programas radiales o de cada libro de su autoría, siempre da lugar a los demás. Vive rindiendo homenajes, símbolo ineludible de alguien agradecido con la vida.
-¿Constante, cómo es que una persona de la que se duda si es paraguaya o correntina, termina siendo porteño? ¿Cómo llegó al Chamamé alguien de Mataderos, barrio característico del tango?
Es un aborte de natura.... Cuando yo nací, en 1800, perdón, en 1918, la aviación no tenía radar y la cigueña pasó de largo por arriba del litoral y me tiró en Mataderos. -Comienza la charla con un chiste sano, como es su costumbre para amenizar las conversaciones-. En el ambiente siempre tienen la duda. Los correntinos creen que soy paraguayo y estos a su vez creen que soy correntino. En realidad, me gustó siempre el idioma guaraní y en uno de mis libros lo comento, tenía un tío que tenía unos amigos de descendencia aborigen, correntinos. Ahí me empezó a gustar. Después vino la guerra del Chaco, y el diario Crítica venía con todos los nombres de las batallas, con esos encuentros y seguí acumulando material sobre todos esos lugares. En 1927 vino a Buenos Aires el primer dúo paraguayo, Erminio Giménez y Augusto Pucheta y yo fui recopilando material y fui aprendiendo, porque repertorio correntino no había. En el año 34 ó 35 vino Mauricio Valenzuela con la Tribu y entonces ya empezó el chamamé. Con él vino de acordeonista Marcos H. Ramírez, que era de Empedrado, y entonces yo empezé a componer con él los primeros chamamés "Gallo Sapukai", "Puerto Italia", una barra de temas. "Gallo Sapukai" nace en el año 36 y aún no se grabó cantado.
-¿No hubo ni siquiera un pariente guaraní?
- "No, no. Todo era por escuchar por algo que se podía conseguir en discos de 78, donde el primero que grabó fué Aguayo y cuando quizo grabar Valenzuela no podía porque Aguayo tenía el compromiso con la editorial. Entonces, por un arreglo que hubo con Casas que era el director le dijo a Valenzuela que se volviera otra vez a Goya, que tratara de grabar con alguna casa allá y que los trajera. Entonces, a su regreso, con la grabación que hizo, la Odeón o Víctor, no me acuerdo, quedaron a Aguayo que él iba a hacer la música de Paraguay y Valenzuela la música correntina. A paretir de allí empezé a componer con Marcos H. Ramírez.
-A qué llegó primero. ¿A la música o a la cultura guaraní?
"A la música, donde llego buscando los conocimientos del idioma. Después vino Valenzuela y yo ya cantaba una cantidad de temas paraguayos porque correntino, como ya dije, no había. Incluso, Valenzuela trajo de cantantes a las hermana Goya y Angelita Lezcano que eran formoseñas hijas de paraguayos, así que venían inclusive cantando la música de Paraguay.
-En un barrio tanguero, alguien que profesara lo guaraní, ¿no era un "paria"?
- "Sí, y sigo siendo un paria, porque en el año 39, cuando se hizo la segunda Feria Nativa en Mataderos, donde está la estatua del resero, yo fuí ahí con cinco guitarras y tengo la medalla como cantor guaraní, que justamente acabo de donar anteayer al museo. También doné aquella guitarra y un libro donde está destacado lo que ocurrió con el conjunto esa noche. Aquí, ni siquiera ahora lo saben, porque el otro día me cruze con un vecino que tuvo un ataque y me dice "¿así que vos sos el autor de Kilómetro 11?". Y eso que en esta casa vivo desde el año 55. Lo que ocurre es que mi actividad está fuera del barrio, porque cuando andábamos con la música, los salones estaban en Palermo, en la Boca o eso.
-¿En qué momento Usted se dió cuenta que había llegado al chamamé para quedarse?
- "Cuando empezé a estudiar música. Cuando empezé a estudiar guitarra, a los 15 ó 16 años. Después todo se fue presentando, porque se abrieron los salones de baile... Incluso el otro día, hablando con Ariel Ramírez, le comentaba que había una esquina del tango, de Troilo, etc, y entonces le sugerí hacer en Almirante Brown y Wenceslao Villafañe, en La Boca, poner la esquina del Chamamé y Ariel me dice: "¿Y si ponemos Tango y Folklore?". Pero en una nota que le voy a llevar le voy a explicar que no. Tiene que ser Tango y Chamamé, porque el Chamamé nació allí y los bailes ahí eran de dos orquestas, de tango y chamamé. Luego de unos años pasó a Plaza Italia, donde había cuatro orquestas, típica y jazz o característica, la nativa y la guaraní. La nativa era la que hacían los santiagueños, tucumanos, con sambas, chacareras. Ahí sí es Tango y Folklore, por lo que también le voy a elevar esa propuesta. En La Boca, estaba el José Verdi, Bomberos Voluntarios, el salón Yugoeslavo y la Isla Maciel que tenía El Pasatiempo, que luego se llamó "Mi ranchito". En Palermo, estaba el salón de Bonpland y Paraguay, el Palermo Palace, la Enramada, El Cortijo Español, etc. En la época "peroniana", vino el paisanaje y eso dejaba un buen filón porque tenían dinero, y en cualquier mesa pedían seis botellas.
¿En que momento empieza a recorrer el país?
-Y... eso llegó después. Yo fuí empleado en Vialidad Nacional, en la Biblioteca, hasta que llegó la Revolución del 55, donde tuve que renunciar porque había cometido el "error" de haber hecho "La marcha al camino" y como en esa época estaba la disputa del pro y el contra y entonces políticamente me borraron. Renuncié y me dediqué al comercio, que fue donde hice mis reservas económicas que aún las tengo, que si hubiera estado con el empleo hubiera seguido con el sueldito. Al cabo del 73, cuando vino el General de vuelta me volvieron a llamar y me reincorporaron y fuí al Primer Distrito, que está en General Paz y Emilio Castro. Allí tenía un director que era un paisano correntino y que venía siempre a nuestros bailes y quería que fuera a contabilidad, pero como a mí los números nunca me gustaron, me fui a la biblioteca, donde formé dieciocho bibliotecas circulantes que rotaban por los campamentos con distinta bibliografía. En el 87 me jubilé y ahí empezé a andar, ya que me fuí a Australia, donde estuve cuatro meses disertando sobre la cultura guaraní. De ahí vinieron los viajes a Cuba, porque estando precisamente en Australia hubo un encuentro en la Casa de las Américas que viene a ser la dirección de cultura de la Isla, donde había un concurso de cuento, poesía y música. Me presenté a los tres, pero como no era residente no podía intervenir. Pero como tenía una participación en una emisora australiana una vez por semana una hora, ya que allí transmiten ocho horas en español y después en otros cincuenta y cuatro idiomas. Gracias a ello pude participar en el evento y ahí me vino la invitación a Cuba, donde pasados algunos años pude arreglar mi presentación allí y realizé mi primer viaje. En el segundo viaje que hicimos le llevé a Fidel (Castro) un poncho salteño y ahora, en mi cuarto viaje, le llevaré un poncho paraguayo que un amigo, Martín Arzamendia, intérprete precisamente del cancionero de su país me traido expresamente. Incluso le llevaré una grabación de los temas históricos, porque yo considero a Fidel el Solano López actual, con la diferencia que el paraguayo, en cinco años lo remataron y a este "nuevo Solano" hace 42 años que ni a él ni al pueblo pueden doblarle la rodilla. Espero poder encontrarlo, porque en el viaje del poncho él estaba haciendo la campaña de la consecha de azúcar en Camaguey.
-En su vida, ¿hubo un antes y después del viaje a Australia?
- "A partir de allí nace el viaje a Cuba, pero después vino un viaje a Francia, donde una prima tradujo un libro mío de "Cuentos y no Cuentos", que eran leyendas guaraníes y anécdotas. Primero fuimos porque se publicaba y para eso me acompañó Liana Rutty, que me llevó la valija (chancea una vez más mientras mira sonriente a su compañera, mujer también del ambiente musical, que asiente la picardía de su esposo). Al año siguiente fuimos a recuperar el libro y nos encontramos con Raúl Barboza, con Rudy y Nini Flores. Pasamos a España y en Valencia visitamos a Marilyn Morales Segovia, una de nuestras poetas correntinas que hace años está radicada allí. Pasamos a Italia y tuvimos un problema, donde visitamos Nápoli y allí estaba la estatua de Garibaldi, con la espada para arriba y yo le digo - "Jiuseppe, ¿Te acordás cuando estuviste en la bajada?" y Garibaldi bajó la espada al suelo. La Bajada es lo que actualmente conocemos como Paraná, y Garibaldi iba llevando armamentos para atacar a Corrientes desde el barco, e hizo la parada en Paraná, donde sus hombres se bajan y se van por ahí a divertirse un poco y a bordo quedan uno o dos guardias. Cuando Corrientes se entera, manda a un lanchón dirigido por "el lobo correntino", que era Alfredo Villegas, que era marino y cuando llega allí el guardia dice "Alto, quien vive". Y del otro lado le contestan "Leñeros, señor". Viraron la nave y atacaron el barco, los llevaron presos a los tres o cuatro que estaban allí y se llevaron todo el armamento para Corrientes. No leí la historia de este señor italiano, pero estoy seguro que este hecho no lo contó.
-¿Qué influencias musicales recuerda?
- "Tendría que recordar a muchos, porque yo le fui precisamente componiendo los versos a la música de ellos, porque muchos de nuestros músicos no son capaces de poner la música a un verso. Entonces yo traté de elegirlos para que su inspiración musical no se tregiversara y aplicarle la letra a ese verso que es mucho más difícil. Del primero que podría contar sería Marcos Ramírez, que con él tengo una barra de cosas. Emilio Chamorro, con quien formamos dúo de guitarra y canto y con la colaboración musical de Saco Avivol y Herminio Giménez, con quien compartimos hasta el final de sus días esa amistad recíproca, que era una verdadera hermandad. De Esquina me acuerdo don Tito Aranda, con quien tenemos "Puerto Esquina", con Mencho Ruiz Díaz "Sauce llorón" y hace poco en Esquina precisamente, en una plaza colocamos una placa donde rendí homenaje a los músicos esquinenses, porque luego hicimos otra placa en el Festival de Santo Tomé, Corrientes, y allí instalamos otra placa con los correntinos, excluyendo a los esquinenses. Luego colocamos otra en Paraná, recordando a los pioneros entrerrianos. Ahora me resta presentar una que vamos a dar a conocer en Asunción, que me falta, junto a Posadas y Chaco. Oportunamente dije en SADAYC (Sindicato Argentino de Autores y Compositores) que me gustaría que ellos apoyaran la inquietud, pero no me dieron ni la hora, por esas cosas... El otro día estuve con Ariel Ramírez y se lo dije, pero me respondió que todo tiene que ir por escrito. Ahora lo presenté y estoy esperando el sí para colocar las tres placas en Asunción, Posadas y Chaco.
Cada vez que habla de Paraguay, dirije su mirada a Martín Alzamendia, músico de ese país, que estuvo presente durante el reportaje a Constante Aguer, a quien califica como "un referente de la lucha cultural guaraní".
¿Cuál ha sido su relación con la radio, no solo como intérprete sino como conductor?
En la radio habíamos empezado con Chamorro y Saco Avivol en el año 38. Este ya había ido a hacer el Servicio Militar a Alvear, y entonces vino con nosotros Emilio Giménez y ahí empezamos en Radio Stentor, que era la audición de Juan Manuel, en su "Matinee", que iba todos los días de 14 a 17 hs. Ahí teníamos día por medio una audición en la que hacíamos un cuarto de hora y después teníamos la suerte que en el piso de arriba había un matrimonio paraguayo y entonces íbamos a tomar mate arriba y a la otra audición bajábamos. Después de ese comienzo empecé a hacer Radio Nacional, con "Amanecer correntino". Después pasé a Radio Municipal y mantenía en Nacional por la RAE (Radio Argentina al Exterior) y ahí seguimos hasta hace unos días en FM Flores, donde por unas "desinteligencias" con la dirección de la emisora, me fuí.
En sus programas no escatima la difusión de muchos músicos, a los cuales no duda en darle lugar, mientras combina la audición de temas regionales con anécdotas y chistes propios del litoral, con la característica picardía sana de los hombres de tierra adentro.
"El Chamamé es romático en un 80 %. El resto es épico y descriptivo", califica el ritmo que abrazó durante toda su vida, con el mismo optimismo que hace todo, según ratifica Liana Rutty (quien niega ser la inspiradora de los versos de Aguer), esposa y compañera de los permanentes trajinares de los últimos años, donde la valija no descansa, yendo desde Australia a La Pampa, pasando por Corrientes y Paraguay con escala en Cuba.
Desde hace meses está preparando su próximo viaje a la isla, donde cumplirá la promesa de llevarle un poncho paraguayo al líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.
Constante;¿mate amargo o mate tereré?
"Mate guitarrero".
Julio 2000 (C)
Por Daniel do Campo Spada