ASUMIO DUHALDE

BUENOS AIRES.- El discurso de Eduardo Duhalde pocos minutos después de su elección como Presidente de la Nación Argentina fue marcado por la sobriedad y el equilibrio. Por su pedido, los asistentes al Congreso no entonaron la marcha peronista que le había dado un marco triunfalista al renunciante Adolfo Rodríguez Saá. No solo faltó el folklore sino que encima el discurso fue hiperrealista. "La Argentina está fundida", dijo en dos oportunidades, y varias veces llamó al sacrificio por carecer de soluciones mágicas.

Para los inversores en moneda extranjera prometió devolver los depósitos en la moneda en que han depositado, abriendo un poco el camino para generar confianza en un marco del advenimiento de una nueva política económica. "La convertibilidad se murió junto con el modelo", remarcó, dando por entender que muchas cosas ya no pueden seguir igual.

De todas formas, prometió seguir el empeño en crear un millón de puestos de trabajo (como había prometido Saá), aunque anunció que habrá cambios en la metodología y quitó plazos para alcanzar la meta.

Varias veces remarcó que lo guía la doctrina social de la Iglesia Católica, que por otra parte es el eje doctrinal del Justicialismo.

De todas formas, tras superar el nerviosismo inicial, que le marcaba un extraño rictus en los labios de su rostro, cerró con un slogan mediático. "La Argentina tiene futuro".

Por Claudia Pascuzzi
(Desde el Congreso Nacional)
Enero 2002-01-02 ©